A dreamer dreams, she never dies.

Hace dos meses que no salgo de mi casa. Es decir, que tengo una vida social casi nula si no fuera por la escuela, e inglés, las únicas dos actividades que puedo hacer sin tener a mi mamá atrás preguntandome dónde estoy que estoy haciendo con quién y que por favor vaya urgente a casa. Siento que tengo once años otra vez, en todo aspecto. Sí repito: en todo aspecto. No me interesa ni mi aspecto ni mi forma de vestir. Dejé de peinarme (aunque nunca lo hice demasiado) ya no me interesa tener el pelo de la forma en que lo quería (teñido y cortado) y lo tengo natural. Me inhibo cuando hay mucha gente, en cualquier situación social y me dedico a observar.  A observar a los demás, lo que dicen, los gestos, lo que hacen, cómo miran. Me como las uñas, fumo menos y no me importa mi manera de estar sentada, ni la coherencia de lo que pienso. Hago comentarios desubicados y fuera de lugar todo el tiempo, en una conversación de política si me preguntan que opino yo contesto "Eh, no sé. Pero esa nube tiene forma de oso"). O si me preguntan "Te parece lindo tal chico?" pienso no sé, no me parecen lindos los chicos. Ni ese, ni ninguno. Pero para que el resto se conforme la acorto con un "Eh, no sé." Simplemente porque no quiero, porque no me interesa, porque no me gusta.
Lo peor es que me gustaba como era antes, y no me gusta ser así ahora. Quiero demostrar que soy una persona madura, quiero irme de mi casa el año que viene, quiero ser grande. Y cada vez me encierro más. Cada vez soy más chica. Cada vez más nena. Los odio por encerrarme.